Efecto del fenotipo secretor asociado a senescencia sobre la respuesta inmune

Abstract

El proceso de envejecimiento es uno de los principales factores de riesgo para las enfermedades y discapacidades en los países en desarrollo. Es conocido que, durante el paso de los años, y en diversos tipos de organismos, existe una acumulación progresiva de células senescentes a través de los diferentes tejidos. Este proceso llamado “Senescencia” implica un mecanismo biológico caracterizado por una detención irreversible de la proliferación celular, diferenciándose respecto al origen del estímulo el cual haya desencadenado el fenómeno. Evidenciándose dos tipos clásicos de senescencia, la replicativa y prematura o inducida. La primera tiene lugar frente a la reiterada erosión de los telómeros la cual culmina al llegar a un punto crítico conocido como “Límite de Hayflick”, desde entonces se propiciará la maquinaria celular necesaria para detener la proliferación de la célula afectada. La senescencia prematura es generada frente a estímulos o estresores que inducen la senescencia celular. Se ha demostrado que en edades tempranas la senescencia brinda un efecto benéfico al suprimir células premalignas, no obstante, en edades avanzadas, la acumulación de células senescentes contribuye al deterioro en el microambiente en el cual se encuentran. Este dualismo ejercido por las células senescentes ha sido atribuido en parte a un conjunto de moléculas, principalmente de carácter proinflamatorio, conocido como el fenotipo secretor asociado a senescencia (SASP). Este perfil de citocinas, quimiocinas, factores de crecimiento y metaloproteinasas, es sin duda, un elemento clave para comprender los fenómenos asociados a la disfunción celular. En esta revisión, abordaremos cómo el SASP se ve involucrado en la disrupción del sistema inmune, favoreciendo la persistencia de un ambiente inflamatorio crónico, el cual se ve agravado por las diferentes condicionantes y trastornos propios del envejecimiento.